
Hasta que partí no sabía de la omnipresencia de las mariposas
Ni del lenguaje cifrado de las jacarandas
Ni que en las bugambilias llueve la nostalgia. No sabía de las lunas mensajeras
Ni de los silencios que se vuelven letras elocuentes
Desconocía que la distancia puede medirse en miligramos
Que no pesan en los pies, sino en la mente.
Y que no pensar, a voluntad, es como si intentara no dormir.
A veces cuando duermo
deshojo margaritas de treinta y un pétalos en cuenta regresiva
hasta que ya no existo.
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