"La lucidez es dolor y el único placer que uno
puede conocer. Lo único que se parecerá
remotamente a la alegría será el placer de ser
consciente de la propia lucidez." Alejandra Pizarnik
Soñar podría ser lo contrario a estar despierto. Y estar despierto es una aspiración ineludible para estar presente. Pero, ¿qué nos impulsa a caminar si no los sueños?
La respuesta quizá esté en la palabra lucidez. ¿Qué significa tener un sueño lúcido? Estar consciente, dentro del sueño, de que estamos soñando. Esa lucidez ofrece un regalo al soñador: la libertad de volar con el viento si así lo desea, sabiendo que está soñando.
¿Podemos extrapolar esos sueños lúcidos a los sueños diurnos? Cuando no estamos dormidos, fisiológicamente dormidos, ninguno de nosotros se aventaría de un edificio por más que su sueño sea volar. La lucidez en los sueños diurnos no nos da ese tipo de libertad. Pero sí nos da la libertad de vuelos metafóricos, anhelos, podríamos también decirles, que sin pies ni cabeza alimentan nuestros sueños y nos hacen levantarnos cada día.
Podríamos, eventualmente, aterrizar esos sueños, con planes concretos para hacerlos realidad. Y ese es, creo yo, el valor de los sueños: son la semilla de las metas.
En conclusión, soñemos. Soñemos en grande, y hagámoslo con lucidez. Sólo así sabremos el momento de bajar el sueño para darle raíces. Mientras sople el viento, sigamos soñando.
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