Y cuando llega el otoño, y se acaban las lluvias, y cambian de color las hojas, y empiezan a emigrar las golondrinas, y se va metiendo mas temprano el sol, y llega el viento del norte y se antoja el chocolate caliente, y empezamos a planear el día de muertos, y sentimos que el año se nos va más rápido que de costumbre, y sacamos las pañoletas, y guardamos las sandalias, y esperamos con ansias las lunas grandototas, con el gato acurrucado en el tapete.
Cuando llega el otoño y su nostalgia, cuando llega el otoño y nos sorprende... es tiempo de hacer pausa, de revisar las metas y las prioridades, de organizar el escritorio, los cajones y la mente, de caminar sin prisa pero con más propósito, de hacer espacio para disfrutar el último tercio del año mientras marcamos con una palomita cada objetivo cumplido.
Es tiempo de mirar lo que hemos hecho y cosechar con regocijo, de compartir con alegría; es tiempo de revisar el directorio telefónico y llamar a los amigos que no hemos visto (o a quienes no hemos llamado o escrito) en todo el año, de abrir la puerta al reencuentro para ponernos al día.
Es tiempo de reunirse, en los dos sentidos de la palabra:
reunirse con los quereres antes de que se nos vaya el año y
re unirse, como en unirse de nuevo, con nuestros anhelos que eran tan vívidos cuando fueron concebidos, hace nueve meses. ¿Ya nacieron? A celebrarlo. ¿Aún no? Este es el momento de dar los pasos que siguen.
¡Bienvenido el otoño! Época perfecta para reencontrarse con los sueños. Publicado originalmente el 22 de septiembre del 2013, en Aquí Viviendo
Comments