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Guía completa para extrañar bonito, basada en mi experiencia

Así lo viví. Cuando yo era niña dividía mis fines de semana entre mi mamá y mi papá. A ambos los extrañaba horrores. Vivía con mi mamá, y cuando regresaba del fin de semana con mi papá, solía sentirme un poco culpable de pensar que la había dejado sola, y que seguramente me habría extrañado mucho. Para mi sorpresa, cuando le preguntaba si me había echado de menos, me respondía con una pregunta. ¿Qué es extrañar? Para mí eso significaba pasarla mal, estar triste porque estábamos lejos, sentir un vacío en el estómago al pensar en ella, y en general, desear estar de vuelta en casa, aunque supiera que cuando regresara tocaría el turno de extrañar a mi papá. A eso Alis --mi mamá--, respondía que no, que a ella no le habían puesto el chip de extrañar de esa manera. Ella sólo sabía Extrañar Bonito. La verdad de las cosas es algo que, como niña, nunca entendí. Hoy, que soy mamá, me hace muchísimo sentido y me siento agradecida de haber aprendido de ella que había otras maneras de estar lejos, más gozosas, más saludables y más generosas con todos los involucrados. Hoy, me siento feliz de poder decir que elijo extrañar bonito y que intento, con mi ejemplo, enseñar a mis hijos a hacerlo de la misma forma. Hablando de maternidad, extrañar bonito es la mejor apuesta, porque lo que es un hecho es que, tarde o temprano, los hijos vuelan en busca de sus propios sueños y aprender a separarnos de esta forma fortalece sus alas y acerca sus sueños. Y también es una hermosa manera de relacionarnos con las demás personas, e incluso con las circunstancias de la vida que, ya sabemos, es sinónimo de cambio. ¿Qué es extrañar bonito? Así que entremos en materia. ¿Qué es eso de extrañar bonito? Comencemos con el origen de la palabra extrañar. Según el Diccionario Etimológico Castellano en Línea, proviene del latín extraneare, y se refería a la "percepción de algo raro, fuera de lo común, usualmente con sorpresa, admiración o extrañeza. Más tarde a sentir falta de lo habitual..." Se utilizaba para referirse a lo extranjero, y claro, no tener aquello a lo que estamos habituados podría interpretarse como algo extraño, ajeno. Como cuando alguien a quien amamos y con quien estamos todo el tiempo se va, y nos deja ese espacio de silencio y soledad al que no estamos acostumbrados. ¿Qué nos pasa cuando no tenemos aquello que nos es familiar? Extrañamos, estamos en una situación extraña. ¿Tendría esto que ser, necesariamente, triste o doloroso? ¿Podría ser de otra manera? Yo creo que sí, aunque no es fácil cuando no estamos habituados tampoco a estar en el momento presente. Cuando tenemos patrones mentales que nos mantienen "atados" al pasado, a lo que fue, a lo que teníamos y ya no está, a lo que quisiéramos que estuviera. O bien, patrones que nos alejan del presente a través de proyecciones de lo que quisiéramos que hubiera en el futuro, o de lo que tememos que suceda si aquello que teníamos y ya no está, no vuelve. Nuestra mente, o más exactamente, nuestra atención, vuela de un polo a otro enloquecida, sin parar jamás en el único "lugar" que sí existe: el presente. Cuando somos capaces de recordar gozosamente, es cuando soltamos la añoranza, el apego infructuoso o la negación de la realidad y, parados en el momento presente, somos capaces de recordar --del latín re, nuevo y cordis, corazón--, sin dolor. Es el ejercicio de "volver a pasar por el corazón", con serenidad y gratitud, e incluso trayendo al presente la alegría que aquello nos aportó en el pasado, sin la expectativa de haberlo podido conservar hasta el momento presente; una expectativa por demás ociosa porque, es un hecho, si lo estamos extrañando es que no está en el presente, ¿qué sentido cobra dicha expectativa entonces?

Hojas muertas, Remedios Varo.

Hábitos

El asunto es que extrañar bonito, o dicho quizá de forma más clara, recordar con serenidad y gratitud, no es sólo cuestión de voluntad. Se trata de un hábito que hay que cultivar, para ir deshilando el hábito de extrañar dolorosamente que nos enreda con gran facilidad en una madeja de expectativas inviables que se va enredando más y mas.


¿Cómo hacer este nuevo hábito? Aquí es donde entra la parte que sí tiene que ver con la voluntad: la única manera es comenzar, repetir, ser consistente, regresar al nuevo hábito cuando la

fuerza del anterior nos jale, y mantenernos alertas para darnos cuenta. Existen herramientas, y una de las que yo considero más poderosas es la práctica de mindfulness o de presencia plena.


 

La guía completa

Paso 1:

Reconecta con el momento presente.

Utiliza tu respiración, es un ancla ideal para traerte, a través de las sensaciones en tu cuerpo, al instante presente. Aquí, en este instante en que respiras, puedes encontrar una pausa para los pensamientos que suelen conectarte con la añoranza.

Date cuenta. Obsérvate a ti mismo, conoce los patrones mentales que alejan tu atención de este momento, y vuelve a él sintiendo la respiración en tu cuerpo. Acostumbra a tu atención a volver a la sensación del respirar, cada vez que te des cuenta de que ésta deambula cuando tú la requieres aquí, ahora.


Paso 2:

Cultiva el amor bondadoso

Se trata del amor que te permite dejar de centrar tu atención en ti y tus deseos, y ponerla, con empatía y compasión, en otros que también pueden estar sufriendo, Desde este lugar podemos desear la paz y la felicidad a los demás, e incluso encontrar maneras para contribuir a ellas.

El amor bondadoso es una hermosísima práctica de meditación, que tiene por objetivo centrar nuestra atención en el bienestar de los demás. Desde aquellos a quienes amamos con ternura infinita, pasando por quienes nos son indiferentes, e incluyendo a aquellos con quienes tenemos algo no resuelto o que nos causan rechazo. Llevarla a cabo abre nuestro corazón, despierta la compasión y la empatía, y nos hace sentir el cobijo de la bondad. Si con nuestra mente podemos desear ese bienestar a quienes ni siquiera nos caen bien, ¿cuánto más podemos anhelar o alegrarnos por el bienestar de las personas a las que amamos y extrañamos? ¿En qué medida podemos poner nuestro foco en ellas y regocijarnos porque, aún si no están a nuestro lado, se encuentran bien. Volviendo al caso de los hijos, esta actitud de amor bondadoso los libera de las culpas innecesarias y destructivas que les impiden disfrutar de la plenitud que les corresponde por vivir su propia vida. En el caso de la pareja, esta actitud alimenta una relación saludable, de crecimiento individual en la que el otro no es un lastre, sino un apoyo de verdad. En el caso de aquello que anhelamos y que es un imposible --la presencia de una persona amada que ,ya sea porque murió o por cualquier otra circunstancia, sabemos que ya no estará a nuestro lado; o una circunstancia deseable pero que no está en nuestras manos--, una actitud de amor bondadoso podría traducirse en dejar de centrarnos en nuestro dolor personal, y pensar en otras personas que puedan estar doliéndose, como nosotros, por una pérdida similar, con empatía y comprensión, y desear desde lo más profundo de nuestro que ser, que puedan verse libres de ese sufrimiento, y que encuentren la paz y la felicidad. Y esto puede conectarse con el siguiente paso.

Paso 3: Elige la gratitud

Este momento te ofrece al menos un motivo para sentirte agradecido. No es posible sentir gratitud al mismo tiempo que sentir carencia. Elige deliberadamente, la gratitud. A veces, en la ceguera que causa estar ausente, distraídos en el futuro o en el pasado, perdemos de vista todo lo que sí hay en nuestra vida, que es de enorme valor y que nos llena el corazón. Perdemos incluso perder de vista lo valioso de la vida misma: tener una experiencia de vida humana, es tan excepcional. Nos ofrece infinitas posibilidades, emociones, caminos, encuentros, placeres, incluso sombras que nos permiten después apreciar la luz en el camino. Al menos por eso, elige la gratitud y confía: si estás aquí aún hay posibilidades. Sigue caminando.

 

Anhelo para ti

A través de estos tres pasos, podemos aspirar a pasar del extrañar dolorosamente, al recordar con serenidad y gratitud, que es una manera de extrañar bonito. Cultivemos en nosotros mismos esta manera de relacionarnos con aquello que tenemos que soltar. Y recuerda, se trata tan sólo de un hábito, y no de algo inherente a ti. Cambiarlo tan solo requiere de darte cuenta, traer de vuelta tu atención y tener la voluntad de llevarlo a cabo.



Si quieres descargar la Guía para Extrañar Bonito, basada en mi experiencia, imprimible, aquí te va como regalo de inauguración.


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